Figura 1
Betty Reardon
lustración de Alejandro Castellanos (@stupidgiant) para Revista Latinoamericana Estudios de la Paz y el Conflicto (2022)

Betty A. Reardon fue una de las fundadoras del campo de la investigación para la paz, y una científica internacionalmente reconodica, que falleció el 3 de noviembre de 2023, a los 94 años. Betty fue una feminista convencida, y como hija de un padre militar entendió desde muy temprana edad que la guerra estaba relacionada con el patriarcado y la violencia contra las mujeres, los grupos vulnerables, los empobrecidos, las personas racializadas y miembros de otros credos políticos. Además de investigadora, Reardon fue una ferviente activista para la paz comprometida en dar voz a las mujeres del Sur Global: junto a mi persona, fuimos co-fundadoras de la Coordinación Académica del Llamado por la Paz en La Haya, desde donde se organizó en Nueva York la reunión para establecer una lista de Mujeres Profesionales Destacadas en el Sur Global para que las dependencias de la ONU y las universidades del Norte Global contaran con perfiles profesionales de especialistas provenientes de los países en proceso de desarrollo, al objeto de promover las voces de mujeres sistemáticamente ignoradas en cargos internacionales y en proyectos de investigación. En esta misma línea, Betty fue fundadora de la Comisión de Educación para la Paz (PEC en inglés) de la Asociación Internacional de Investigación para la Paz (IPRA), que en 2023 cumpió 50 años en la labor de promover la participación de la mujer en espacios académicos relevantes, favoreciendo el debate sobre la educación para la paz y sus metodologías.

Betty A. Reardon fue profundamente influenciada por la pedagogía del oprimido del brasileiro Paulo Freire, entendiendo que sólo mediante la lectura de la realidad y de las particulares condiciones de violencia y pobreza es posible la liberación de mujeres, hombres y niños de la opresión estructural. Desde este paradigma, la autora realizaría múltiples publicaciones hasta su fallecimiento, con autores como Tony Jenkins -uno de sus colaboradores más asiduos-, e investigadoras como Prisilla Griffith, Margreth Carter, Ruth Davis, Barbara Munske, Hillary Cremin, Eva Nordland, Jennifer Turpin, Lois Ann Lorentzen, Saana Osseiran, Ingebord Breines, Dorota Gieryz, Asha Hans, Margarita Sánchez, Elena Díez, Christine Sylvester, Claudia Brunner, Josphine Scherling, Alicia Cabezudo o mi propia persona, Úrsula Oswald; así como comprometidos hombres para la paz como Dale Snauwaert^[1], Magnus Haavelsrud, Saul Mendolvitz, Gerald Thorpe, Jack Fraenkel, Colby Curtis, John Scott, Sam Totten, Willard Jacobson, Paul Smoker, James Tierney, Douglas Sloan, Unku Aziz, Chad Alger, Robert Johansen, Richard Falk, Ali Mazrui, Samuel Kim, Mado Speigler, Peter Trifonas, o Bryan Wright.

Durante 2020 tuve con Betty Reardon un intercambio intelectual muy rico, a partir del cual desarrollamos una publicación que establece una conexión entre patriarcado, la pandemia de la COVID-19 y su manejo: el modelo de control del virus fallaba en la atención a grupos de personas de color, latinos y pobres en los Estados Unidos, y en todo el mundo. Fallecieron prematuramente millones de personas por falta de cuidado, medicinas y vacunas. Concluimos que era la economía del cuidado de las mujeres la que hacía visible las brechas de inequidad en cuestiones vinculadas con la custión raza-etnia, clase-pobreza, o servicios de salud adecuados. Y que fueron los países liderados por mujeres aquellos en los que se manejó mejor la pandemia y se produjeron menores daños, tanto socioeconómicos como de salud. No en vano, fueron las mujeres quienes ejerciendo la economía del regalo ofrecieron el apoyo social, psicológico y de salud necesario a lo largo y ancho del planeta para hacer frente a una pandemia en cuyo estallido tuvo mucho que ver el cambio climático y la destrucción del entorno natural.

Betty Reardon fue durante décadas la representante de IPRA ante las Naciones Unidas y trabajó árduamente en la elaboración de la Resolución 1325. Posteriormente, colaboró anualmente en la vigilancia del plan de acción, las fallas en la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad de los estados miembros. Presionó en la urgencia de elaborar planes nacionales, donde las mujeres pudieran exponer sus demandas urgentes e incumplidas. En América Latina, uno de sus temas de interés fue el estudio de los regímenes militares, centrándose especialmente en las mujeres embarazadas y asesinadas después del parto cuyos bebés recién nacidos fueron entregados a aliados políticos de estos regímenes. Betty fue una ferviente defensora de las Madres de la Plaza de Mayo, y ayudó a las abuelas a recuperar a sus nietas/os desaparecidas/os. A su vez, en múltiples países africanos, asiáticos y europeos, se involucró en el estudio y la denuncia de la violencia de género; especialmente en la imprimida sobre los cuerpos de las mujeres convertidos en campos de batalla.

Cuando Estados Unidos se retiró precipitadamente de Afganistán, Betty Reardon activó en defensa de los derechos de las mujeres profesionales, investigadoras y educadoras, movilizando a la sociedad civil, y al propio Congreso norteamericano, con el objetivo de otorgar apoyo a las víctimas, así como visas para que estas mujeres amenazadas pudieran salir del país. Su filosofía y compromiso con las y los vulnerables, siempre se concretaba en múltiples estrategias para transformar el sistema global de seguridad ante los conflictos emergentes y endémicos, que afectaban a la seguridad humana y el bienestar de millones de personas. Durante seis décadas Betty Reardon luchó y publicó propuestas de Educación para la Paz para “aprender a desarmar”. Fueron conceptos normativos, pero también acciones elementales que enriquecieron sus propios pensamientos y guiaron su trabajo orientado a la construcción de un mundo digno.

En el marco de la campaña global para la abolición de la guerra y la declaración de la paz como Derecho Humano, Betty colaboró activamente tanto en la incorporación de diversas personalidades y sectores a la misma, como en la creación de conciencia crítica a partir de la publicación de múltiples aportes y reflexiones. Con Cora Weiss y otras/os colegas, trabajó, desde 1982, en la abolición de las armas nucleares. Organizó y participó en múltiples denuncias contra armas de destrucción masiva y en 2018 revisó sistemáticamente sus publicaciones para desarrollar nuevas pedagogías de investigación para la paz y conciliación de conflictos, capaces de superar las guerras emergentes y prevenir conflictos nuevos. El día de la conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial (11 de noviembre), publicó un artículo sobre la consolidación de la paz (peacekeeping) como una alternativa al existente Orden Mundial. En dicha publicación propuso conceptos alternativos a la seguridad militar, lo que Elise Boulding, otra distinguida colega de IPRA, llamó un mundo sin armas.

Betty Reardon abogó porque las y los ciudadanas/os se vinculen como sujetos en la construcción de una paz entendida no sólo como la ausencia de conflictos armados (paz negativa), sino como un estado integral de justicia, igualdad, equidad, cooperación y respeto entre razas-etnias, credos religiosos y políticos, con énfasis especial en la participación de la mujer al objeto de propiciar el desarrollo de una cultura de convivencia armoniosa y justa. Para ello, en su cátedra del Teacher College de la Universidad de Columbia en Nueva York, fundaría el Instituto Internacional de Enseñanza para la Paz, en 1982, donde contribuiría a la formación de centenas de investigadores y activistas para la paz. Betty también fue Secretaria Ejecutiva del Consejo Mundial de Curricula e Instrucción, Directora de Programas Escolares y Directora Asociada del Liderazgo y Sociedad Mundial (LAWS en inglés), colaborando intensamente con la UNESCO en el Año Internacional de la Cultura de Paz y en la Década de Cultura de Paz aprobada por los miembros de la Asamblea de la ONU; en el marco de la cual organizaría múltiples encuentros internacionales para destacar los roles de las mujeres en los procesos de paz. Mencionó y apoyó a la Presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, quien venció en 2005 al exfutbolista George Weah, propuesto por los organismos de Bretton Woods y el capital internacional.

La vida y las ocupaciones científico-sociales de Betty Reardon fueron siempre muy cercanas a los grupos sociales marginalizados, racializados y afectados por la violencia y las guerras. Inspirada en 1948 en la política de Costa Rica, cuando el país suprimió las fuerzas armadas y transfirió los recursos financieros a la educación, dedicó su vida entera a la educación para la paz y la noviolencia, colaborando activamente en el establecimiento de la Universidad para la Paz, el 5 de diciembre de 1980, de las Naciones Unidas, creada mediante la Resolución A/35-35 en Ciudad Colón, Costa Rica.

Betty fue propuesta y recibió múltiples premios, entre los que destacan el Pomerance por sus esfuerzos en el desarme, el Prize for Peace Education de la UNESCO, el Golden Balloon Award for Peace Education de la World Children's Association, el Jane Adams Peace Activist Award, y, en 2005, la nominación, junto con otras 1000 destacadas activistas e investigadoras mujeres, al Premio Nobel de Paz.

Betty nos acompañó durante más de 40 años en la consolidación del Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz (CLAIP), participando activamente en su crecimiento y desarrollo, en nuestros sucesivos Congresos Latinoamericanos de Investigación para la Paz, y así como aportando su conocimiento, experiencia y buen hacer en el fortalecimiento de la Revista Latinoamericana Estudios de la Paz y el Conflicto, de la cual es miembro honorífico del Equipo Editor, y en la que hemos tenido el honor de publicar una de sus últimas entrevistas, titulada "la Educación para la Paz como herramienta de transformación integral-cosmológica: `los sistemas que oprimen, invocan la resistencia de quienes son oprimidos`" (Ramos-Muslera y Oswald, 2022). En dicha entrevista, Betty condensa parte de su pensamiento orientado a dar pistas sobre cómo alcanzar mayor justicia, igualdad y cooperación en la región más desigual del mundo de la mano del necesario involucramiento de las mujeres como actores clave de la paz para la superación del patriarcado.

Hemos perdido una de las mujeres más destacadas en la lucha por un mundo sin violencias; una educadora para la paz creativa y audaz, quien dedicó su vida a impulsar un mundo alternativo, donde todas y todos los seres humanos tengan la posibilidad de vivir y desarrollarse en sinergia con la Pachamama. En nuestro duelo no nos queda más que retomar sus múltiples propuestas para una paz integral, una seguridad alternativa, un mundo sin armas y la abolición de la guerra. Seguiremos trabajando comprometidas/os con su legado en la construcción de Una Nueva Normalidad (CLAIP, 2020) que le devuelva el valor a la vida, a partir de una economía del cuidado desde abajo, donde todas y todos participaremos en la restauración de un planeta sustentable con igualdad de género y lleno de amor.

REFERENCIAS

CLAIP (2020). Manifiesto por Una Nueva Normalidad. Revista Latinoamericana Estudios de la Paz y el Conflicto, 1(2), 167–173. https://doi.org/10.5377/rlpc.v1i2.997

Ramos-Muslera, E.A. y Oswald-Spring, Ú. (2022). La Educación para la Paz como herramienta de transformación integral-cosmológica: entrevista a Betty Reardon. "Los sistemas que oprimen, invocan la resistencia de quienes son oprimidos". Estudios de la Paz y el Conflicto, Revista Latinoamericana, Volumen 4, Número 8, 149-163. https://doi.org/10.5377/rlpc.v4i8.15858

Reardon, B.A. y Snauwaert, D. (2015). Key Texts in Gender and Peace. SpringerBriefs on Pioneers in Science and Practice, vol 27. Springer. https://doi.org/10.1007/978-3-319-11809-3

Notas

Notas de autor

Información adicional

Cómo citar / citation: Oswald-Spring, Ú. (2024). Obituario. Dra. Betty A. Reardon, una excepcional educadora y luchadora por la paz. Estudios de la Paz y el Conflicto, Revista Latinoamericana, Volumen 5, Número 9, 161-165. https://doi.org/10.5377/rlpc.v5i9.17087